Piensa qué problema, deseo o situación vas a ayudar a la gente a mejorar o resolver. Las marcas que nacen pensando en el dinero que pueden ganar, que centran su comunicación en contar lo maravilloso que es su producto, y su marketing en crear ofertas para vender cuánto antes y lo máximo posible, acaban siendo percibidas como otras tantas marcas más del montón. Y tú no quieres eso, ¿verdad?

Entonces inicia siempre tu estrategia de marca pensando sobre qué insight te vas a enfocar.

“Insight” es un anglicismo que hace referencia a las inquietudes, preocupaciones y motivaciones, muchas veces inconscientes, que determinan la forma de pensar, de sentir y de actuar de los consumidores.

Decide sobre cuál te vas a centrar. Eso es lo primero que tienes que hacer.

Si eres capaz de comunicar que tienes la solución a uno de sus problemas, la venta está asegurada.

Te doy una pauta que funciona muy bien y es muy sencilla: 

👉 Primero describe de forma específica la situación negativa del cliente.
👉 Después, expón con todo lujo de detalles cómo sería su situación con ese problema resuelto.
👉 Por último, crea el puente que une esos dos escenarios con tu solución, es decir, con el producto o servicio que vendes.

Identifica quién encaja en ese insight. Ese será tu público objetivo y cliente. Una vez que ya lo tengas identificado, intenta conocerlo lo mejor posible. Será fundamental para plantear después tu comunicación y campañas de marketing.

Define tu propuesta de valor y tenla siempre como marco y guía.
Llamamos propuesta de valor a la síntesis clara y concisa de lo que haces, para quién lo haces, cómo lo haces y por qué eso es importante para el cliente. No es un eslogan, sino una declaración de intenciones que debes hacer realidad y que deberá reflejarse en todo lo que tu marca haga y diga de aquí en adelante.

Presenta tu marca desde el enfoque de tu propósito.
Toda marca debería nacer POR y CON un propósito.
Plantéate cómo vas a contar cuál es el tuyo siguiendo la estrategia de comunicación del Golden Circle de Simon Sinek (te lo cuento en detalle aquí: tu porqué de marca). Esta será sin duda la mejor manera de presentar tu marca, de contar a qué te dedicas y de transmitir por qué es relevante.

Modelo monolítico: es cuando utilizas la misma marca tanto a nivel corporativo como para todos los productos de tu empresa. Ejemplos Honda o Virgin. En este caso, la nueva línea de negocio tendría que casar totalmente y ser coherente con la promesa, propósito, propuesta de valor, posicionamiento y personalidad de la marca principal. Si tu nueva línea de negocio no tiene nada que ver, entonces mejor crea otra marca.

Modelo multimarca: es cuando creamos marcas diferentes para cada línea de negocio, como por ejemplo hace Inditex con Zara, Stradivarius, Bershka, Oysho… Con este modelo puedes permitirte tener negocios completamente diferentes, y no me refiero al producto/servicio que vendes, sino también en cuanto a posicionamiento y estrategia, ya que cada uno lo gestionarás con un nombre de marca diferente.

Modelo de respaldo: en este caso hay una marca que utilizamos como sello de calidad y respaldo para marcas de productos. Ejemplo: Unilever para Dove, Rexona y Moussel; P&G para Gillette, Oral-B y Braun; o Nestlé con Kit Kat, Nesquik y Nescafé. Utilizar tu marca como marca corporativa de nuevos productos solo tiene sentido si las nuevas marcas del grupo comparten los mismos valores. Es decir, la marca principal del grupo no puede amparar negocios contradictorios entre sí. Si así fuera entonces escoge mejor el modelo multimarca que comentamos antes.

La personalidad de marca debe encajar con la personalidad de tu cliente ideal porque lo que buscamos con todo esto (más allá de diferenciarnos de la competencia) es llamar su atención, despertar su interés, que nos compre y que se enamore de nuestra marca con todo lo que ello conlleva (fidelización y recomendación).

No basta con decidir cuál es tu arquetipo, definir tu personalidad y se acabó, sino que hay que saberlo trasladar a todo lo que hace y dice tu marca para que así lo que dices que eres sea coherente con lo que realmente eres y que por tanto la manera en que la gente percibe tu marca encaje a la perfección con la personalidad que quieres transmitir.